No fumadores

24/2/12

Capítulo 1.

Se despertó, sobresaltada. Su respiración estaba muy agitada y su corazón palpitaba con fuerza. Otra vez esa pesadilla. Otra vez Aura.
Se sentó en la cama, esperando a que su respiración volviera a la normalidad. Pulsó el botón de la luz del despertador: las cuatro de la mañana. Sabía que no volvería a dormirse, después de lo que había soñado. Así que bebió un trago de agua de la botella que siempre dejaba sobre la mesilla, se puso unos calcetines y se levantó.
Un bostezo se escapó por sus labios mientras caminaba perezosamente al cuarto de baño. Encendió la luz, entrecerrando los ojos, molesta. Sus ojos, de un marrón verdoso, no solían acostumbrarse rápidamente a la luz. Se lavó la cara con agua fría y se miró en el espejo.
Unas enormes ojeras adornaban su pálido rostro, salpicado por algunas pecas. Llevaba así desde la semana pasada. Cerró los ojos y negó con la cabeza. La situación en su casa, en su vida, iba de mal en peor. Las cosas se estaban complicando cada vez más, y no sabía qué hacer para detener la tormenta que se arremolinaba sobre su cabeza.
Volvió a mojarse la cara. Hacía mucho calor. ¿Por qué demonios se había puesto los calcetines? Salió del baño y volvió a su habitación, descalzándose por el camino.
Encendió la luz, y miró a su alrededor. Miles de recuerdos acudieron a su mente, riéndose de ella, de su dolor. Respiró hondo, intentando contener las lágrimas, y encendió el ventilador. Se sentó sobre la cama y miró a través de la ventana abierta, observando la oscuridad reinante en el exterior.
Millones de estrellas iluminaban la noche, como si se trataran de un conjunto de diminutas velas colocadas sobre un ataúd. Eso atrajo más recuerdos hacia ella, que intentó apartar sacudiendo la cabeza. En vano.
Su móvil vibró en la mesilla. Era un mensaje de su madre. Tardaría un par de días en volver de aquel viaje de trabajo. La preguntaba por su estado de ánimo. La pedía que comiera. La sonreía a kilómetros de distancia.
Apreció aquel pequeño detalle, pero solo un poco. La hubiera gustado que su madre estuviera allí, para apoyarla en aquellos momentos tan difíciles para ella. Se había marchado en uno  de los momentos más duros de su vida, dándola una noticia que había terminado por hundirla.
Soltó un suspiro y dejó el móvil sobre la fina sábana de la cama. Alzó la cabeza y volvió a mirar a las estrellas. En ese momento, no pudo evitar echarse a llorar.
Todo se había complicado tras la muerte de su mejor amiga.

2 comentarios:

  1. Me gustó mucho, chicas :) Muy lindo el blog. !Felicidades! Que por cierto, muy linda me pareció la manera de narrar de Garonne, je :3
    Pd: no quiero que Chuck mate a ningún gatito, así que aquí está la primera sonrisa de ésta entrada :3 Un beso, guapas.

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  2. Me encanto! Pero me dejasteis intrigada jajaj
    Os sigo:)

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¡Hola! Muchas gracias por pasar por aquí. No sé si lo sabes, pero cada vez que no comentas, Chuck Norris mata un gatito de los superachuchables. ¡Sé una buena persona y sálvale! D: